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Nutrición para el Hashimoto y el hipotiroidismo: ¿qué ayuda a la glándula tiroides?

La glándula tiroides es un pequeño órgano con forma de mariposa situado en el cuello que produce hormonas y controla el metabolismo. En la tiroiditis de Hashimoto, el sistema inmunitario ataca la glándula tiroides, provocando una inflamación crónica que conduce gradualmente al hipotiroidismo (bajo funcionamiento). Esto puede provocar fatiga, aumento de peso, sensibilidad al frío, caída del cabello, piel seca y cambios de humor. Muchos afectados se preguntan: ¿Qué puedo hacer con mi dieta para ayudar a mi glándula tiroides? En este artículo, resumimos los descubrimientos científicos, mostramos estrategias nutricionales y damos consejos para la vida cotidiana.

1 Cómo funciona la glándula tiroides y por qué la enfermedad de Hashimoto es diferente

La glándula tiroides produce las hormonas tiroxina (T4) y triyodotironina (T3). Estas hormonas controlan el metabolismo, la temperatura corporal y muchas otras funciones. Su liberación se regula a través de la hipófisis mediante la hormona estimulante del tiroides (TSH). En la enfermedad de Hashimoto, el sistema inmunitario produce anticuerpos contra la glándula tiroides; los más comunes son los anticuerpos contra la peroxidasa tiroidea (TPOAb) y la tiroglobulina (TGAb). Esto provoca una inflamación crónica y la destrucción gradual del órgano. Por ello, muchos enfermos necesitan L-tiroxina durante el resto de su vida. Sin embargo, hay pruebas de que la dieta, los micronutrientes y el estilo de vida pueden influir en la inflamación y favorecer la función residual de la glándula tiroides.

Importante: en la UE, los complementos alimenticios sólo pueden anunciarse con declaraciones de propiedades saludables autorizadas. Declaraciones como "cura el Hashimoto" o "previene el hipotiroidismo" están prohibidas. Por lo tanto, para cada sustancia que no tiene una declaración autorizada oficialmente, añadimos la nota de que la relación se está investigando científicamente, pero (todavía) no ha sido confirmada por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).

2 Yodo: componente básico de las hormonas tiroideas

El yodo es esencial para la síntesis de T3 y T4. Sin yodo suficiente, la glándula tiroides no puede sintetizar hormonas, lo que provoca hipotiroidismo. En Alemania, la sal de mesa con yodo añadido es la fuente más importante de yodo; el pescado de mar, la leche y los huevos aportan cantidades adicionales. Según las recomendaciones de la EFSA, la ingesta diaria de yodo para los adultos es de unos 150 µg; las mujeres embarazadas y las madres lactantes necesitan más. Una declaración de propiedades saludables autorizada reza: "El yodo contribuye a la producción normal de hormonas tiroideas y a la función tiroidea normal".

La cuestión del yodo es controvertida en la enfermedad de Hashimoto: algunos estudios muestran que un exceso de yodo puede aumentar la inflamación. En zonas con una ingesta muy elevada de yodo (por ejemplo, a través de suplementos de algas), aumenta el número de enfermedades autoinmunes. Pero, a la inversa, no hay que dejar que se desarrolle una carencia de yodo, ya que puede agravar el hipotiroidismo. Un nivel moderado de yodo es la clave. La sal con yodo añadido, el pescado de mar una o dos veces por semana y posiblemente un multivitamínico suelen ser suficientes. No se recomiendan los suplementos de algas en dosis elevadas.

3 Selenio: un escudo protector para la glándula tiroides

El selenio es un oligoelemento esencial. Es un componente de enzimas importantes como la glutatión peroxidasa y la deiodinasa, que regulan la conversión de T4 en T3. El selenio también protege la glándula tiroides del estrés oxidativo. La EFSA permite afirmar: "El selenio contribuye a la función tiroidea normal y a la protección de las células frente al estrés oxidativo".

Una amplia revisión sistemática de 35 estudios aleatorizados demostró que los suplementos de selenio (a menudo 200 µg de selenometionina al día) reducían los niveles de TSH y TPO-Ab y disminuían el marcador de estrés oxidativo malondialdehído en personas con Hashimoto sin reemplazo hormonal tiroideo [1]. Al mismo tiempo, el nivel de T3/T4 libre apenas varió y no se produjeron efectos secundarios graves. Estos resultados sugieren que el selenio puede ser útil en pacientes con Hashimoto con deficiencia probada de selenio. Sin embargo, la heterogeneidad de los estudios era elevada; por ello, los expertos recomiendan determinar el nivel sanguíneo antes de administrar suplementos de selenio y comentar la ingesta con el médico.

Estudios más pequeños también apuntan en la misma dirección: en un estudio piloto, se administró selenometionina (200 µg/día) o vitamina D a hombres con Hashimoto. Ambos grupos mostraron niveles bajos de selenio al cabo de tres meses. Ambos grupos mostraron títulos de anticuerpos más bajos y un índice SPINA-GT más alto después de tres meses [9]. En un segundo estudio piloto, en el que se combinó la evitación del gluten con el selenio, también se observó una mayor reducción de los anticuerpos [8]. No obstante, se aplica lo siguiente: sólo suplementar si hay una deficiencia y no aumentar permanentemente la dosis por encima de 200 µg/día, ya que de lo contrario existe el riesgo de efectos secundarios.

4 Vitamina D: inmunomoduladora y estimulante del estado de ánimo

La vitamina D es conocida principalmente por su función en el metabolismo óseo, pero también desempeña un papel en el sistema inmunitario. La EFSA permite la declaración: "La vitamina D contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario". Muchas personas con Hashimoto padecen niveles bajos de 25-hidroxivitamina D, especialmente en invierno o cuando hay poca luz solar.

Un metaanálisis reciente de doce estudios aleatorizados con 862 participantes demostró que la suplementación con vitamina D reducía significativamente la TPO-Ab y la TG-Ab (diferencias medias estandarizadas -1,084 y -0,996 respectivamente), reducía los niveles de TSH y aumentaba los niveles de T3/T4 libres. La vitamina D activa y una duración de doce semanas resultaron especialmente eficaces. El estudio concluyó que la vitamina D puede tener efectos positivos sobre la autoinmunidad en la enfermedad de Hashimoto [2]. Una ingesta combinada de vitamina D y selenio parece tener un efecto sinérgico, como sugiere un pequeño estudio piloto realizado en Polonia [9]. Dado que la carencia de vitamina D está muy extendida en nuestras latitudes, debería medirse el nivel (25(OH)D) y, en caso necesario, corregirlo mediante suplementos (por ejemplo, 1000-2000 UI/día). Deben evitarse las sobredosis: el rango normal se sitúa en torno a 50-75 nmol/l.

5 Hierro, zinc y otros micronutrientes

Hierro

El hierro es responsable de la formación de hemoglobina, contribuye al transporte normal de oxígeno y a la producción normal de energía. También es importante para la enzima tiroperoxidasa. Los estudios demuestran que la carencia de hierro -especialmente en las mujeres- está asociada a una T3/T4 baja y a una TSH elevada. El tratamiento combinado con L-tiroxina y hierro conduce a un mejor control de los síntomas que la toma de la hormona sola. Dado que una declaración oficial de propiedades saludables es "el hierro ayuda a reducir el cansancio y la fatiga", los alimentos ricos en hierro como la carne roja, las legumbres, el mijo y las verduras de color verde oscuro pueden reducir el cansancio. En caso de Hashimoto debe realizarse un análisis de sangre (ferritina); la administración de suplementos puede ser útil si hay una deficiencia. Sin embargo, cantidades excesivas de hierro pueden ser perjudiciales.

Zinc

El zinc es un cofactor de numerosas enzimas, tiene un efecto antioxidante y favorece el sistema inmunitario. Según la EFSA, contribuye "al funcionamiento normal del sistema inmunitario" y "a la protección de las células frente al estrés oxidativo". Pequeños estudios observacionales indican que la deficiencia de zinc es común en el hipotiroidismo y que los suplementos de zinc pueden mejorar la conversión de T4 en T3 [11]. Sin embargo, los datos son escasos; por lo tanto, la relación entre el zinc y la función tiroidea aún no ha sido confirmada por la EFSA; se necesitan más estudios. Buenas fuentes de zinc son las ostras, la carne, las semillas de calabaza y la avena. Los vegetarianos deben prestar especial atención a su ingesta de zinc.

Vitamina B12, B6, magnesio y ácidos grasos omega-3

Las vitaminas B12 y B6 favorecen el metabolismo energético y ayudan a reducir la fatiga. Las personas con Hashimoto son más propensas a desarrollar anemia perniciosa (deficiencia de vitamina B12), por lo que se aconseja un chequeo. Según la EFSA, el magnesio contribuye al "funcionamiento normal de los músculos y al metabolismo energético"; una carencia puede provocar calambres musculares, fatiga y trastornos del sueño. Los ácidos grasos omega-3 (EPA y DHA) tienen propiedades antiinflamatorias; sin embargo, no existe ninguna declaración autorizada para la glándula tiroides. El pescado, el aceite de algas o los suplementos de alta calidad aportan omega-3. Dado que la relación entre el omega-3 y el Hashimoto no ha sido confirmada por la EFSA, es necesario seguir investigando.

6 Dieta sin gluten: ¿una bendición o una moda pasajera?

El gluten es un tema controvertido en la enfermedad de Hashimoto. Los cereales que contienen gluten, como el trigo, el centeno y la cebada, contienen proteínas que pueden desencadenar una reacción inmunitaria en personas con predisposición genética. Si se demuestra la celiaquía, es esencial seguir una dieta estricta sin gluten. Pero, ¿qué ocurre con las personas que sólo padecen Hashimoto?

Un pequeño estudio piloto polaco comparó a 34 mujeres con Hashimoto: la mitad siguió una dieta sin gluten durante seis meses, mientras que la otra mitad siguió una dieta normal. En el grupo sin gluten, los anticuerpos anti-TPO y anti-TG disminuyeron significativamente y los niveles de vitamina D aumentaron ligeramente [8]. El índice SPINA-GT, que describe la producción tiroidea, mejoró. Los autores concluyeron que un estilo de vida sin gluten puede reducir la autoinmunidad en algunas mujeres. Una revisión sistemática reciente de 2023 halló una reducción moderada pero significativa de los niveles de TPO-Ab y TG-Ab y una ligera disminución de la TSH en el análisis global, mientras que los niveles de T3 libre no cambiaron [12]. Sin embargo, los estudios eran heterogéneos.

Otro problema es que los productos sin gluten suelen ser bajos en fibra y micronutrientes. Además, una dieta de eliminación estricta es socialmente estresante. Por ello, los expertos recomiendan que una prueba sin gluten de tres a seis meses de duración tiene sentido si está supervisada por un médico y se cubren las carencias nutricionales. Si no se nota mejoría, se puede reintroducir el gluten. Sin enfermedad celíaca, no hay obligación de abstinencia de por vida.

7 Dietas mediterránea, paleo y autoinmune

Dieta mediterránea: colorida, fresca y equilibrada

La dieta mediterránea se basa en frutas, verduras, legumbres, pescado, aceite de oliva, frutos secos y cereales integrales. Es rica en ácidos grasos omega-3, polifenoles y antioxidantes. En un estudio aleatorizado con 40 pacientes de Hashimoto, se compararon cuatro grupos: dieta mediterránea, dieta sin gluten, dieta mediterránea sin gluten y grupo de control. Después de tres meses, los niveles de FT3 aumentaron en todos los grupos de intervención y los niveles de TSH, así como los niveles de TPO-Ab y TG-Ab disminuyeron [7]. En particular, en los grupos mediterráneo y combinado mediterráneo-sin gluten, los anticuerpos disminuyeron significativamente y se redujo el peso corporal [7]. Estos resultados demuestran que una dieta poco inflamatoria con abundantes verduras, fruta, pescado y grasas buenas puede aliviar la glándula tiroides. Las ventajas son la variedad de alimentos y el buen aporte de micronutrientes.

Paleo y Protocolo Autoinmune (AIP)

El programa Paleo Hashimoto se basa en una dieta de la Edad de Piedra y elimina los cereales, los productos lácteos, las legumbres, los azúcares refinados y los alimentos procesados. El Protocolo Autoinmune (AIP) va aún más lejos y también excluye los huevos, los frutos secos, las semillas y las solanáceas. El objetivo es evitar los alimentos proinflamatorios e identificar los posibles desencadenantes.

Un estudio piloto estadounidense de 10 semanas de duración examinó a 17 mujeres con Hashimoto que siguieron una dieta AIP en un programa de estilo de vida en línea. Tras diez semanas, la calidad de vida y las puntuaciones de los síntomas mejoraron significativamente; la PCR altamente sensible (marcador inflamatorio) disminuyó un 29%, pero las hormonas tiroideas se mantuvieron estables; las participantes perdieron peso ligeramente y algunas pudieron reducir su medicación [5]. Un estudio polaco con 28 personas probó la dieta AIP durante doce semanas. Los niveles de FT3, FT4 y TSH disminuyeron (pero se mantuvieron dentro del rango normal), el volumen tiroideo disminuyó, el peso disminuyó y el bienestar aumentó. Sin embargo, los niveles de TPO-Ab aumentaron, mientras que los de TG-Ab disminuyeron ligeramente. Los autores hicieron hincapié en que son necesarias una observación más prolongada y una selección de alimentos adaptada individualmente para reforzar los efectos positivos [6].

Conclusión: Las dietas AIP y Paleo pueden mejorar los parámetros de inflamación y la calidad de vida a corto plazo. Debido a las severas restricciones, sólo deben aplicarse durante un breve periodo de tiempo y bajo la supervisión de un nutricionista. Las personas con Hashimoto que deseen identificar nuevos factores desencadenantes pueden probar una fase de eliminación de 4 a 8 semanas y luego reintroducir gradualmente los alimentos. Es importante compensar las posibles carencias de nutrientes (por ejemplo, calcio, vitaminas del grupo B) con alimentos o suplementos adecuados.

8. flora intestinal y tiroides - una nueva perspectiva de investigación

En los últimos años, el intestino se ha convertido en el centro de atención de la investigación sobre la tiroides. El microbioma intestinal influye en el sistema inmunitario y posiblemente también en la glándula tiroides. Un estudio de aleatorización mendeliana bidireccional con 26.342 personas demostró que una mayor proporción del género bacteriano Akkermansia reduce el riesgo de hipotiroidismo (odds ratio 0,84). Por el contrario, el hipotiroidismo no tenía ningún efecto significativo sobre la flora intestinal [3]. La hipótesis de los autores es que la Akkermansia refuerza la barrera intestinal e inhibe la inflamación. Sin embargo, la EFSA aún no ha confirmado esta conexión; se necesitan más estudios clínicos y ensayos de intervención con probióticos.

Otro estudio integró datos del microbioma intestinal y del transcriptoma. En él se descubrieron cambios sutiles en la diversidad microbiana y un aumento de la frecuencia de determinadas cepas bacterianas en los primeros pacientes de Hashimoto, y se definieron nueve marcadores de ARN característicos que, en combinación con las firmas del microbioma, podían identificar la enfermedad con una precisión del 85% [4]. Estos resultados ponen de relieve la estrecha relación que existe entre la flora intestinal y la tiroides. De ello se deduce que los alimentos ricos en fibra (verduras, frutas, legumbres) y los productos fermentados (chucrut, yogur, kéfir) pueden favorecer la diversidad intestinal. Sin embargo, la conexión entre el "intestino permeable" y la enfermedad tiroidea no se ha demostrado de forma concluyente. Por lo tanto, la influencia de la flora intestinal en la enfermedad de Hashimoto es un campo de investigación apasionante, pero se necesitan más estudios.

9 Estilo de vida: control del estrés, ejercicio y sueño

En las enfermedades crónicas no sólo influye la dieta, sino también el estilo de vida. El estrés puede deteriorar el sistema inmunitario y favorecer los procesos inflamatorios. El estrés crónico aumenta los niveles de cortisol, que a su vez puede inhibir la conversión de T4 en T3. Por ello, los médicos recomiendan métodos para hacer frente al estrés: Yoga, meditación, ejercicios de respiración y ejercicio moderado.

Una revisión sistemática de ocho estudios clínicos descubrió que el yoga mejora los niveles de TSH, T3 y T4, optimiza el perfil lipídico, aumenta la variabilidad de la frecuencia cardiaca, reduce la ansiedad y la depresión y mejora la calidad de vida. Sin embargo, los estudios eran muy heterogéneos, por lo que se necesitan más estudios aleatorizados de control [10]. Además del yoga, también son adecuados los paseos, el ciclismo, la natación y el entrenamiento de fuerza. Es importante no sobrecargarse: en casos de hipotiroidismo grave, debe realizarse una prueba de esfuerzo antes de empezar un entrenamiento más intenso.

El sueño también juega un papel importante: dormir poco aumenta los marcadores de inflamación y puede ralentizar el metabolismo. Asegúrate de dormir entre 7 y 8 horas por noche. Evitar el alcohol, el tabaco y el exceso de azúcar también tiene un efecto positivo. Los picos de azúcar sobrecargan el páncreas y favorecen la inflamación, por lo que una dieta sin azúcar o baja en azúcar puede aliviar la glándula tiroides.

10 Consejos nutricionales prácticos y recetas

Alimentos alcalinos y poco inflamatorios

  • Verduras y frutas: brócoli, espinacas, zanahorias, remolacha, arándanos, manzanas... coloridas y ricas en antioxidantes.

  • Proteínas de alta calidad: Pescado (por ejemplo, salmón, caballa), carne magra, legumbres, tempeh y huevos.

  • Grasas saludables: El aceite de oliva virgen extra, el aguacate, los frutos secos, las semillas (chía, linaza) y el pescado azul aportan omega-3.

  • Productos integrales sin gluten: Mijo, trigo sarraceno, quinoa, amaranto y copos de avena sin gluten.

  • Alimentos fermentados: el chucrut, el kimchi, la kombucha y el yogur favorecen la flora intestinal.

Alimentos que algunos enfermos evitan

  • Soja cruda y verduras crucíferas: la soja, la col cruda, las coles de Bruselas y la colza contienen goitrógenos, que pueden inhibir la absorción de yodo en grandes cantidades. No son problemáticos cuando están bien cocinados.

  • Alimentos excesivamente procesados: Los platos precocinados, los embutidos y los aperitivos suelen contener grasas trans, aditivos y mucho azúcar.

  • Exceso de productos a base de algas: Algunas algas (kombu, wakame) contienen cantidades extremadamente altas de yodo. Una ración de nori o wakame una vez a la semana es suficiente.

Ideas para la dieta

Muchas personas piden "recetas para el Hashimoto". He aquí algunos ejemplos sencillos:

  • Desayuno: Copos de avena sin gluten con leche de avena, semillas de chía, arándanos y una cucharada de mantequilla de almendras. Endulza con canela si es necesario.

  • Almuerzo: Bol de Buda de colores: quinoa, brócoli al vapor, dados de boniato asado, garbanzos, aguacate, lombarda, aceite de oliva y aliño de limón.

  • Merienda: Yogur natural o yogur de coco con chucrut fermentado o un puñado de frutos secos.

  • Cena: Salmón al horno con hierbas, acompañado de verduras al horno (pimientos, calabacines, calabaza) y ensalada de rúcula y rábanos.

Los platos también pueden modificarse para que sean sin gluten, sin lactosa o paleo. Si sigues una dieta autoinmune, puedes, por ejemplo, prescindir de las solanáceas (tomates, pimientos, berenjenas) y sustituir los frutos secos por productos de coco.

11. complementos alimenticios y recomendaciones de productos

Los complementos alimenticios pueden ser útiles si faltan ciertos micronutrientes en la sangre o si la dieta no cubre todos los nutrientes. Es importante determinar previamente el estado (por ejemplo, selenio, vitamina D, B12, ferritina) en sangre y comentar la ingesta con un médico. El mercado ofrece numerosos "suplementos para Hashimoto" o productos para "equilibrar la tiroides". Busque declaraciones transparentes, dosis moderadas y declaraciones de propiedades saludables de la UE.

Nuestro consejo: cápsulas XTRA FUEL Thyroid Balance. Estas cápsulas contienen una combinación equilibrada de yodo, selenio, zinc, vitamina D y vitaminas del grupo B en dosis moderadas. Los micronutrientes que contienen contribuyen al funcionamiento normal de la glándula tiroides y del sistema inmunitario de acuerdo con las declaraciones de propiedades saludables autorizadas por la EFSA (por ejemplo, "El yodo contribuye a la producción normal de hormonas tiroideas", "El selenio contribuye al funcionamiento normal de la tiroides", "La vitamina D contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario"). Atención: los complementos alimenticios no sustituyen a una dieta equilibrada y no pueden reemplazar a un tratamiento médico.

12. experiencias y expectativas

Muchos enfermos de Hashimoto comparten sus experiencias en foros y blogs. Algunos informan de una mejora drástica tras dejar el gluten, otros confían en el protocolo autoinmune y otros apenas notan cambios. Este espectro lo deja claro: el Hashimoto es individual. La disposición genética, la flora intestinal, el nivel de estrés y la situación vital influyen en cómo reacciona el cuerpo. Los informes pueden ofrecer sugerencias, pero no sustituyen al asesoramiento médico. Un diario de alimentos ayuda a reconocer los desencadenantes individuales (por ejemplo, los productos lácteos, las solanáceas, el gluten). Cualquiera que pruebe dietas drásticas debería hacerlo sólo durante un periodo de tiempo limitado y buscar asesoramiento profesional para prevenir síntomas de deficiencia.

13 Hashimoto y el intestino: cómo entender el síndrome del intestino permeable & Co.

El término "intestino permeable" describe una barrera intestinal permeable. Algunas hipótesis suponen que el Hashimoto provoca un aumento de bacterias intestinales, componentes alimentarios o endotoxinas que entran en el torrente sanguíneo, lo que activa el sistema inmunitario. El estudio antes mencionado sobre el análisis integrador del microbioma y el transcriptoma, por ejemplo, halló un desequilibrio en la microbiota intestinal y evidencias de vías inmunitarias y de infección [4]. No obstante, sigue sin estar claro si el "intestino permeable" es la causa o la consecuencia de la autoinmunidad. En la UE no existe ninguna declaración de propiedades saludables autorizada para el "intestino permeable". Por lo tanto, la relación entre la permeabilidad intestinal y la enfermedad tiroidea aún no ha sido confirmada por la EFSA; se necesitan más estudios. Si desea apoyar su salud intestinal, debería integrar una dieta rica en fibra, alimentos fermentados y medidas para reducir el estrés.

14 Tratamiento y apoyo médico

El tratamiento del Hashimoto suele consistir en la sustitución de la L-tiroxina si la glándula tiroides no produce suficientes hormonas. La dosis se ajusta individualmente en función de la TSH, la fT3/fT4 y los síntomas. Algunos médicos también utilizan suplementos nutricionales o recomiendan cambios en la dieta. Es importante someterse a controles sanguíneos periódicos, mantener constante el nivel de medicación (comprimido tomado por la mañana en ayunas, 30 minutos antes del desayuno) y comentar con el médico las posibles interacciones (por ejemplo, si se toma calcio, hierro o productos de soja).

En Internet se anuncian terapias alternativas como la desintoxicación, la "desintoxicación tiroidea" o las altas dosis de vitaminas, pero carecen de base científica y entrañan riesgos. La desintoxicación de la glándula tiroides en el sentido de una cura radical no es necesaria; el hígado y los riñones se encargan de los procesos de desintoxicación. Tampoco existen afirmaciones autorizadas de que sea posible "curar el Hashimoto" mediante determinadas curas de desintoxicación.

15 Resumen y perspectivas

Un cambio en la dieta puede mejorar la calidad de vida en el Hashimoto y el hipotiroidismo, reducir la inflamación y compensar las carencias de micronutrientes. Los estudios científicos demuestran que:

  • La suplementación con selenio en dosis moderadas reduce los niveles de TSH y anticuerpos [1].

  • La vitamina D puede reducir la autoinmunidad y mejorar el metabolismo [2].

  • Una dieta sin gluten reduce los títulos de anticuerpos en algunas mujeres [8].

  • Una dieta mediterránea o mediterránea sin gluten tiene un efecto positivo sobre el equilibrio hormonal y el peso [7].

  • Los programas AIP o Paleo pueden mejorar la calidad de vida y reducir los marcadores inflamatorios a corto plazo [5], [6].

  • El microbioma intestinal desempeña un papel, pero aún no se conocen del todo las conexiones [3], [4].

  • El yoga y la reducción del estrés mejoran las hormonas tiroideas y el bienestar [10].

No existe una "dieta milagrosa" para la enfermedad de Hashimoto. En su lugar, se recomienda un enfoque personalizado: alimentos equilibrados, preferiblemente no procesados, ingesta suficiente de yodo, selenio, vitamina D, hierro y zinc, evitar las carencias de nutrientes, ejercicio moderado y control del estrés. Si desea probar determinadas dietas, debe hacerlo durante un tiempo limitado y en colaboración con profesionales médicos. Esta es la mejor manera de apoyar a la glándula tiroides en la enfermedad de Hashimoto y el hipotiroidismo.

Por último, pero no por ello menos importante: Por favor, consulte siempre su dieta y suplementos con su médico o nutricionista. Este artículo es meramente informativo y no sustituye al asesoramiento médico.

Lista de fuentes

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  2. Tang, J., Shan, S., Li, F., & Yun, P. (2023). Effects of vitamin D supplementation on autoantibodies and thyroid function in patients with Hashimoto's thyroiditis: A systematic review and meta-analysis. Medicine (Baltimore), 102(52), e36759. DOI: 10.1097/MD.0000000000036759.

  3. Shi, C., Chen, J., He, S., Zhang, Y., Zhang, Y., & Yu, L. (2024). Cross-talk between the gut microbiota and hypothyroidism: a bidirectional two-sample Mendelian randomisation study. Frontiers in Nutrition, 11, 1286593. DOI: 10.3389/fnut.2024.1286593.

  4. Li, M., Chen, K., Chen, Y., Zhang, L., Cui, Y., Xiao, F., Liu, Z., et al. (2024). Integrative analysis of gut microbiome and host transcriptome reveal novel molecular signatures in Hashimoto's thyroiditis. Journal of Translational Medicine, 22(1), 1045. DOI: 10.1186/s12967-024-05876-3.

  5. Abbott, R. D., Sadowski, A., Alt, A. G., y colegas (2019). Eficacia de la dieta del protocolo autoinmune como parte de una intervención de estilo de vida multidisciplinaria y apoyada para la tiroiditis de Hashimoto. Cureus, 11(4), e4556. DOI: 10.7759/cureus.4556.

  6. Ihnatowicz, P., Gębski, J., & Drywień, M. E. (2023). Efectos de la dieta del Protocolo Autoinmune (AIP) sobre los cambios en los parámetros tiroideos en la enfermedad de Hashimoto. Annals of Agricultural and Environmental Medicine, 30(3), 513-521. DOI: 10.26444/aaem/166263.

  7. Ülker, M. T., Arıtıcı Çolak, G., & Baş, M. (2023). Evaluación del efecto de la dieta sin gluten y la dieta mediterránea en el sistema autoinmune en pacientes con tiroiditis de Hashimoto. Food Science & Nutrition, 12(2), 1180-1188. DOI: 10.1002/fsn3.3833.

  8. Krysiak, R., Szkróbka, W., & Okopień, B. (2019). El efecto de la dieta sin gluten en la autoinmunidad tiroidea en mujeres sin tratamiento farmacológico con tiroiditis de Hashimoto: Un estudio piloto. Experimental and Clinical Endocrinology & Diabetes, 127(7), 417-422. DOI: 10.1055/a-0653-7108.

  9. Krysiak, R., Szkroba, W., & Okopień, B. (2019). El efecto de la vitamina D y la selenometionina en los títulos de anticuerpos tiroideos, la actividad del eje hipotalámico-hipofisario-tiroideo y las pruebas de función tiroidea en hombres con tiroiditis de Hashimoto: Un estudio piloto. Pharmacological Reports, 71(2), 243-247. DOI: 10.1016/j.pharep.2018.10.012.

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  11. Shulhai, A.-M., Rotondo, R., Petraroli, M., Patianna, V., Predieri, B., Iughetti, L., & Esposito, S. (2024). El papel de la nutrición en la función tiroidea. Nutrients, 16(15), 2496. DOI: 10.3390/nu16152496.

  12. Piticchio, T., Frasca, F., Malandrino, P., Trimboli, P., Carrubba, N., Tumminia, A., Vinciguerra, F., & Frittitta, L. (2023). Effect of gluten-free diet on autoimmune thyroiditis progression in patients with no symptoms or histology of celiac disease: a meta-analysis. Frontiers in Endocrinology, 14, 1200372. DOI: 10.3389/fendo.2023.1200372.

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